miércoles, 16 de abril de 2008

Noche estrellada



Miraba las estrellas y su reflejo se convertía en lágrimas que navegaban por su mejilla transportando los recuerdos de quién ya no estaba ahí. Y a pesar de que cada día trataba de detener el tiempo, éste se le escurría entre los dedos y le empujaba hacia una vida sin sentido y llena de dolor. Le empujaba hacía un vacío, hacía aquél vacío que él le había dejado tras aquél día en el que decidió volar con el viento para tocar una estrella.
Ya no llovía y las estrellas brillaban con intensidad, y él, en su único momento de lucidez decidió volar hacía ellas para reunirse con el amor que el viento le robó. Aquella noche el tiempo quedó suspendido en el vacío durante unos segundos, y cuando recuperó su frenética marcha, una nueva estrella brilló en el cielo.

miércoles, 9 de abril de 2008

Y llueve...




Se cruzaron por primera vez un día soleado. Y el tiempo pasó...
Hoy le ha vuelto a ver, tras el cristal pintado de gotas de agua de un café. El mundo se detuvo y el sonrió.
Un paraguas volando por el aire que el viento le robó. Y llovía, pero que más daba, él suspiró. Una lágrima recorriendo su mejilla se mezcló con la lluvia, al ver que esa sonrisa robada, es instante que creía suyo, pertenecía a otro. Se le rompió en mil pedazos y el viento sopló de nuevo, esta vez con más fuerza y los pedacitos se despegaron del suelo mojado para emprender el vuelo lentamente.
Ahora él no siente, tan solo vive, pero tiene la esperanza de que un día de lluvia el viento le devuelva los trocitos de corazón que aquél día le robó.

lunes, 7 de abril de 2008

Your call



Abrí los ojos y desperté de un sueño... Si, tan solo un sueño... Y a pesar de saber que nada era real yo seguía esperando tu llamada, aquella que se perdió en el olvido y no pude recuperar.
Y entonces el miedo recorrió mi cuerpo y cerré los ojos de nuevo, apreté mis párpados con fuerza para mantenerte a mi lado, para seguir soñando contigo... Deseé dormir eternamente para vivir en un sueño, en aquél en el que tu mirada era un mundo, tu sonrisa un rayo de sol en medio de un día nublado, tus caricias eran la suave brisa del mar, tus labios el regalo más preciado y tus abrazos me mantenían en pie...
Pero no podía soñar toda mi vida, y el día que tuve que abrir los ojos llegó... El mundo de tus ojos se perdió, los días se nublaron, la brisa del mar nunca me volvió a acariciar y yo caí. Salté por aquél acantilado en el que tu un día me dijiste que me querías.
Ahora en la soledad de la noche, te extraño, y en mi cama vacía el frío me invade... Y vuelvo a cerrar los ojos... Pero esta vez no te encuentro, solo encuentro la esperanza de que el teléfono me despierte y digas que has vuelto.
Despierto de nuevo, y el mundo sigue quieto en silencio. Y en un callejón, en la oscuridad de la noche se escucha el ruido de un teléfono impactar contra el frío suelo de la calle.