Ella creía ser feliz. Reía sin parar. Una risa vacía de sentimientos, monótona. Y aquellos polvos mágicos que le hacían volar...
Fueron transcurriendo las horas y la gente se iba con el avance del sol.
Ella se quedó sola.
Vio una caja con caramelos que se tomó a golpes de Martini.
Sus ojos se cerraban y su cuerpo se dormía, sus labios pronunciaron una frase que nadie escuchó.
- Buenos noches Madrid.
viernes, 25 de enero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario