domingo, 6 de enero de 2008

¿Crees en las hadas?

Era de noche. Paseaba por el bosque bajo las estrelles con los rayos de luna iluminando mi camino. Encontré aquel árbol mágico, milenario, lleno de sabiduría, y me senté en sus raíces cobijado por aquellas enormes ramas.
Entonces una lucecita se acercó a mi. Abrí la palma de la mano y ahí se posó una pequeña hada. Me miró fijamente y me sonrió, y yo vi el cielo y encontré la paz…
Me habló, me susurró al oído y me hechizó con sus palabras llenas de amor y ternura. Finalmente caí en un sueño profundo.
Los rayos de sol penetraron a través de mis párpados y desperté en mi cama. ¿Había sido un sueño? Pero fue tan real…
Pasó el día. Como cualquier otro. La rutina de mi vida. Cayó el sol y cansado me acosté.
Era de noche. Paseaba por el bosque bajo las estrellas con los rayos de luna iluminando mi camino. Volví a encontrar aquél árbol, y ella volvió a mi. Era todo tan real…
Pasamos muchas noches juntos. Hablando, jugando, divirtiéndonos… Y yo seguía sin saber si aquello era sueño o realidad.
Pasó el tiempo, y yo crecí. Una noche me acosté. Y ya no paseé por el bosque, no volví a encontrar a aquél árbol, nunca volví a saber de ella… Me había hecho mayor.
Ahora mis días se apagan y salgo a pasear. Hace poco me acerqué al bosque. Estaba anocheciendo y yo absorto en mis pensamientos encontré aquél árbol mágico, y entonces ella volvió. Me preguntó porque la había abandonado. Me preguntó si a caso había dejado de creer en ella y yo no supe que responder. Pasamos la noche juntos, recordando viejos tiempos. Amanecía. “Al menos has venido a despedirte. Te echaré de menos.” Dijo. Y desapareció entre los árboles.
Los rayos de sol penetraron a través de mis párpados… Pero esta, vez no desperté.
Me dormí eternamente y creí en las hadas…

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